domingo, 3 de octubre de 2010

SILENCIO

                                          atardecer en Barranquilla, Colombia




La vida en las grandes ciudades transcurre en rutinas diarias más o menos iguales todos los días. Levantarse temprano, bañarse, preparar el desayuno, empacar en un portaviandas el almuerzo que se preparó en la noche anterior para llevarlo al trabajo, si la persona tiene un sueldo mejor que el promedio, encargará el almuerzo a un restaurante que lo lleva al sitio de trabajo. En la oficina lidiar con el jefe, pedirle a Dios que esté de buen humor y trabajar y trabajar. Regreso a casa, preparar a los niños para el colegio, cenar, dormir y levantarse al día siguiente y hacer lo mismo día tras día.

Si tiene un sueldo mejor que el promedio, el día de descanso irán a almorzar fuera a un restaurante, luego a un parque, ver vitrinas, etc., de lo contrario ver televisión en casa y la mami cocinará algún platillo diferente ese día, ir al parque cercano. El empresario viajará a alguna playa donde tiene cabaña de descanso.

En toda esta rutina falta algo: encontrarse consigo mismo. He escuchado a personas decir que se sienten ansiosas cuando están solas, otras manifiestan sentir miedo a la soledad, entonces encienden la radio, la televisión, juegos interactivos, se reúnen para un partido de microfútbol y así se inventan excusas para estar siempre en compañía de alguien. La idea es que esto no es malo, se debe hacer hay que socializar, tampoco es bueno convertirse en un ermitaño insociable, de eso no se trata. Lo que quiero decir es que cada día dispongamos de unos minutos, tal vez al comienzo cinco minutos, mas adelante pueden ser siete, luego 10 y así sucesivamente en un periodo de tiempo variable según cada persona hasta llegar idealmente a media hora diaria. Esto no impide que desarrollen otras actividades, solamente que entre las actividades diarias disponga un intervalo de tiempo para lograr un silencio mental.

En este tiempo se acostará o se sentará o adoptará esa posición para mí incómoda conocida por muchos para meditar, (hay quienes no pueden adoptarla por problemas articulares), de todos modos si le resulta incómoda no la adopte, cierre los ojos, si se acuesta no se duerma, no se trata de dormir, después podrá efectuar este retiro o meditación si lo quiere hasta con los ojos abiertos. Ahora, inspire profundo y exhale lentamente, no siga pensando, así literalmente, no piense en algo, ni en alguien, no piense en sus problemas, haga de este rato un remanso de paz para Ud. mismo, es su espacio de tranquilidad, CERO estrés. No piense, no piense.

Tratará de relajarse, aflojar sus músculos, debe aprender a hacerlo, esto es muy importante que lo haga, empiece por los músculos de la cara si lo prefiere y luego va descendiendo hasta que la relajación sea lo más completa posible, sentirá cómo los músculos de la cara y la columna especialmente aflojan su tensión.

Al comienzo verá cómo cuando Ud. trata de aquietar la mente los pensamientos parecen venir en multitud, y cuando cree que ya dominó eso vienen en forma de trampa, esto es, se le da por analizar lo que está haciendo, es decir, “estoy ahora silenciando mi mente”, esto es una trampa de la mente, pues esta no quiere que la aquieten, se resiste. Ahora tengo una sensación de gran tranquilidad, otra trampa, sienta la tranquilidad pero no piense en ella. Este momento no es para analizar. Ya logró quedarse quieto y está empezando a aquietar su mente, entonces, le rasca la nariz, siente hormigueo en el cuerpo, le estorba la silla, la almohada la siente muy dura, ja, ja, ja, la mente se niega a silenciarse y le inventa todo eso, el paso siguiente es aprender a no desviar la atención por esto, pues realmente no está sintiendo nada, la mente no se resigna a este vacío de pensamiento. Muchos sienten ese vacío y no deben asustarse, pues está entre lo que se debe lograr con esta práctica.

Bueno y qué se va a lograr con esto, para qué sirve esto, ¿es una forma más de perder el tiempo?

Pues este es un método de meditación recomendado para DESPERTAR integralmente, practicándolo diariamente indefinidamente, es decir por toda la vida, su vida cambiará positivamente y cambiará hasta más allá de la muerte física. Ud. experimentará la solución de conflictos personales, dificultades que van desapareciendo, un mejor entendimiento de las aparentes contradicciones del diario vivir. Pero cuidado, no va a realizar esto con estos objetivos en particular, no; son realidades que a Ud. le van cambiando favorablemente de una forma espontanea. Otras de esas realidades cambiantes que notará serán, mejoría en enfermedades crónicas, tales como hipertensión, diabetes, ansiedad, estrés, aumentará su resistencia a desarrollar enfermedades.

Según Tarthang Tulku, educado en el Tíbet, es una modificación del karma, o sea que esta práctica de alguna manera quema karma negativo. Está Ud. sumergiéndose en el Dharma, hágalo tanto como sea posible, pues es una forma de vida según Tarthang Tulku en su libro “Abra Su Mente”, en la cual los deseos egoístas no tienen significado ni atracción. Entonces, vendrá la compasión cuando Ud. descubra el amor por los demás y sentirá el amor hacia todos los seres. O sea, la compasión abre la puerta a la iluminación.

La iluminación, es un despertar más claro de la consciencia. Ver la realidad con mas entendimiento y sabiduría, captar la razón de las realidades, el por qué de situaciones que Ud. vive y viven otras personas, su conexión con Dios y con las otras personas, con el mundo.

Entonces, el ruido de muchas cosas que nos rodean nos impide darnos cuenta de la maravilla que es haber nacido, de que realmente formamos parte de un todo, que estamos conectados a un Ser que es esencialmente Bondad, si queremos usar esa conexión este es uno de las mejores formas, sin demeritar otras, (oración, etc.).

Este artículo se ilustra con una foto de un atardecer en Barranquilla, Colombia, la idea es que desde arriba todo parece estar en calma, pero si baja a las calles, de día, encontrará el bullicio y el estrés propio de las ciudades. Hacer un silencio mental, (meditación), es como elevarse por encima de todo ese bullicio y encontrarse consigo mismo y… con Dios.